El movimiento ilustrado
supuso una revolución en todos los ámbitos del pensamiento. Sus presupuestos
generales, asentados en la obra de los franceses Diderot y D’ Alembert, la Enciclopedia, se aplicaron a disciplinas
varias, como la política o la economía, y surgieron como una reacción contra
todo el pensamiento anterior: la idea de un mundo sumergido en las tinieblas,
caracterizado por una sociedad estamental, donde la razón no tenía cabida.
En esta entrada, trataré la influencia que la poesía de la época recibe de una de las ideologías imperantes en una España caracterizada por el conflicto.
Uno de los poemas que he escogido para esta primera entrada es “El filósofo en el campo”, de Juan Meléndez Valdés, uno de los mejores representantes de la madurez de la Ilustración poética. El poema recoge una reflexión de carácter filosófico, muy ligada al pensamiento ilustrado. A través del mismo, nos encontramos con una serie de tópicos que confluyen en la idea progresista que es la Ilustración en sí, siendo uno de los más destacados el del menosprecio de corte y alabanza de aldea. A raíz de este tópico el autor realiza una crítica al noble inútil, comparando sus vanos valores y actitudes con las del campesino, que es alabado por su trabajo y actitudes humildes. Este tópico se observa en numerosos poemas de épocas anteriores, como en muchos romances y letrillas de Góngora, así como en composiciones de autores del XVIII como Torres Villarroel, poeta postbarroco, quien, además de este, realiza una crítica a la sociedad de su época en “El presente siglo”; y José Cadalso, que utiliza el mismo tópico en sus “Anacreónticas”. La concepción ilustrada de la igualdad de clases se muestra intrínseca a lo largo de todo el poema; vemos en esta estrofa reflejada esta idea, así como la imagen paradójica del nacimiento y la muerte como centros igualadores de toda vida:
Oh, cuánto, cuánto
el
pecho se hincha con tan vil lenguaje,
por
más que grite la razón severa
y
la cuna y la tumba nos recuerde
con
que justa natura nos iguala!
El
tema de este poema puede relacionarse con el del poeta Nicasio Álvarez
Cienfuegos, gran exponente del neoclasicismo heterodoxo, “En alabanza de un
carpintero llamado Alfonso”. Vemos como en este poema también se realiza una
crítica a la joven nobleza, que se encuentra muy alejada de la virtud propia
que se había estado atribuyendo a la nobleza en épocas anteriores:
Nobles
magnates, que la humana esencia
osasteis
despreciar por un dorado
yugo
servil que ennobleció un Tiberio,
mi
lira desoíd. Vuestra ascendencia
generación
del crimen laureado,
vuestro
pomposo funeral imperio,
vuestro
honor arrogante,
yo
los detesto, iniquidad los cante.
La
actitud de estos jóvenes nobles que no trabajaban ni contribuían nada a la
sociedad dista mucho de la concepción mecanicista que la Ilustración tiene del
universo, cuyo funcionamiento depende mucho del cumplimiento del papel impuesto
a cada individuo.
El
siguiente poema que voy a tratar es obra de Alberto Lista: “El triunfo de la
tolerancia”. La idea principal que se
recoge es el tópico ilustrado de las amenazas del progreso, la guerra y la
revolución:
Ay!
Cuándo brillarás, felice dia,
en
que estreche el humano
con
el humano la amorosa diestra?
¿cuándo
será el momento; que destierre
A
la olvidada historia
el
grito funeral de guerra y gloria?
Como
podemos ver, el poeta rechaza totalmente las contiendas bélicas que han ido
recorriendo nuestra historia a lo largo del tiempo e invita a seguir la senda
del progreso a través de la amistad. En definitiva, el principio ilustrado del progreso a través
de la razón, propio de una sociedad tolerante, cosmopolita y pacifista, queda perfectamente plasmado en esta
composición de versos endecasílabos y heptasílabos.
Como
conclusión, El Siglo de las Luces trajo consigo no sólo un cambio de
pensamiento, sino que consiguió impregnar las obras de estos poetas de un toque
de aires renovados y principios progresistas.
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Lectura en casa de Madame Geoffrin, Gabriel Lemonnier |
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