Don Juan Tenorio es un drama romántico creado por José Zorrilla en el año 1844 que abarca de una manera muy personal la historia de un hombre burlón, mujeriego y picaresco, en la ciudad de Sevilla.
Podemos hacer referencia a la dualidad de la obra centrándonos básicamente en los dos personajes protagonistas: don Juan y doña Inés.
Como ya he dicho anteriormente don Juan es un pícaro, un mujeriego que durante la primera parte de la obra adquiere el papel de burlador inspirado en el personaje de la obra atribuida a Tirso de Molina, El burlador de Sevilla.
Pero a veces, este mismo personaje puede asemejarse a Segismundo, perteneciente a la obra calderoniana La vida es sueño e incluso al protagonista de el estudiante de Salamanca, don Félix de Montemar, a quien también lo caracteriza el prototipo de burlador. Constantemente se alude a don Juan en la obra como un personaje diabólico, hijo del mismísimo Satanás.
Por otro lado tenemos al personaje de doña Inés que representa la vida inmaculada, sin pecado, la inocencia y sobre todo, sirve como ejemplo del buen comportamiento cristiano que hay que llevar para alcanzar la vida eterna en el cielo.
La contraposición de ambos personajes, el hijo del diablo y la hija de dios, tiene que ser justificada al final de la obra dado que según la religión del autor, un personaje diabólico como el de don Juan no puede ir al cielo.
Tras la historia de don Juan y doña Inés se avecina un final fatal, doña Inés está muerta y don Juan lo descubre mientras habla con el hombre que ha tallado las estatuas de sus víctimas, también la de doña Inés que, conscientemente el autor coloca entre las víctimas de don Juan.
Mientras don Juan contempla la estatua perfectamente tallada de su amada, el espíritu de esta se le aparece a don Juan.
El burlador, incrédulo pregunta si es una alucinación o es cierta la aparición de doña Inés y asegura que es imposible que su alma pueda salvarse habiendo cometido tantos pecados en vida:
"DON JUAN: ¡Imposible! ¡En un
momento
borrar treinta años malditos,
de crímenes y delitos!"
Doña Inés ha vuelto para interceder por don Juan, para salvar su alma e ir juntos al cielo:
"DOÑA INÉS: Yo mi alma he dado
por ti
y Dios te otorga por mí
tu dudosa salvación.
Misterio es que en comprensión
no cabe de criatura, no mortal
y sólo en vida más pura
los justos comprenderán
que el amor salvó a don Juan
al pie de la sepultura."
Por lo tanto queda claro que para Zorrilla la salvación del alma, la absolución de los pecados, se hace en el Tenorio a través del amor puro que sienten don Juan y doña Inés.
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