sábado, 31 de mayo de 2014

La presencia de la sátira en el siglo XVIII

Es la sátira la forma de expresión de la que el poeta se ha servido como arma para luchar  contra las pretensiones de la época a la que pertenecía. De origen griego, fue difundida con éxito a través de los distintos periodos artísticos de cada época; así, vamos a encontrarnos con muestras satíricas en la literatura de numerosos países, ya sea  en poesía o en otros géneros, como el narrativo o el poético. 

A través de un estilo cargado de ironía, imágenes paródicas e hipérboles que ridiculizan, los artísticas han conseguido transmitir una crítica social que, aunque pertenezca a un tiempo remoto al lector en cuestión, puede seguir teniendo cierta vigencia −véase, por ejemplo, las letrillas satíricas de Quevedo, que bien podrían ser aplicadas en la época actual−.

De esta forma, en la primera parte del siglo XVIII en España nos encontramos con una corriente poética que sigue la tradición del XVII: una poesía moral y satírica, muy del estilo del salmantino Quevedo. Diego de  Torres Villarroel es uno de los precursores de este tipo de poesía. Sus poemas tienen como rasgo común el tono satírico y burlesco hacia la nobleza y los cortesanos de la época, a favor de la vida campesina y las costumbres mundanas. Especial atención hay que mostrar a la conclusión a la que Villarroel llega en Ciencia de  los cortesanos de este siglo: el origen común del ser humano. Este es un pensamiento muy ilustrado: pese a la división estamental de la sociedad, el origen de la especie humana es compartido tanto por un noble como por un campesino.  Tópicos ilustrados como el del «noble inútil» y el del «menosprecio de corte y alabanza de aldea»−cultivado ya en épocas anteriores: Antonio de Guevara, Quevedo, o el mismísimo Miguel de Cervantes− se ven perfectamente desarrollados en este soneto.
Sin duda, el germen de estos poemas satíricos cultivados en el XVIII debe atribuirse a uno de los genios del género en el siglo de Oro: Quevedo, maestro del uso del lenguaje conceptista, con metáforas e hipérboles cargadas de un tono irónico que llegan a rayar en lo paródico.

Diego de Torres Villarroel
Vuelve a ser la sátira la protagonista, esta vez, en una pieza teatral del mismo siglo: La Comedia nueva o el café, de Leandro Fernández de Moratín. Se trata de una comedia satírica que se burla de los autores «incultos», que no aceptan las nuevas características que se incorporan con el neoclasicismo al género teatral (Cf.: http://hispanoteca.eu/Literatura%20espa%C3%B1ola/Siglo%20XVIII/El%20teatro%20neocl%C3%A1sico.htm).  Es esta obra el ejemplo perfecto para demostrar que la sátira no siempre se dirige hacia una clase social determinada, como puede verse en el caso de la obra de Villarroel, o como se vio en la poesía quevediana del XVII. Moratín hace uso de la metaliteratura para criticar la forma de hacer teatro que él consideraba en decadencia: es este el  sujeto de la crítica del dramaturgo.

Como vemos, es la sátira uno de los géneros predilectos en épocas donde el descontento político y social del pueblo está patente, siendo los artistas los encargados de plasmar este desacuerdo popular, así como de suministrar un sentimiento crítico, camuflado con la ironía de su estilo, en aras del cambio y la mejora de la sociedad en todos sus aspectos. 

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