miércoles, 4 de junio de 2014

POESÍA DEL XVIII, POESÍA DORADA

Es sabido por todos que los movimientos literarios no eliminan del todo sus huellas al comienzo de otros. Es difícil, por no decir imposible, establecer pues un punto y final a un movimiento para que comience el siguiente, distinguiendo formas métricas, motivos, temas, sintaxis, etc.
Hemos visto que a lo largo de toda la literatura española (por centrarme en la que me interesa) ningún movimiento ha tenido su fin justo cuando ha comenzado otro, es frecuente que dos movimientos hayan convivido en una misma época o incluso que el nuevo que surge siga explotando los mismos recursos que el anterior antes de desvincularse totalmente de él.
Es justo esto lo que ha pasado en el siglo XVIII, pues tras el Siglo de Oro comienza a cultivarse una poesía ilustrada, pero que no prescinde de los temas y motivos de la poesía del Siglo de Oro sobre todo en la primera etapa de la poesía dieciochesca.
Para comenzar vamos a centrarnos en un poemas de José Cadalso: "Letrillas satíricas imitando el estilo de Góngora y Quevedo." No es necesario leer más de dos estrofas para darnos cuenta de que este poema es claramente una reelaboración del poema "Que pida a un galán Minguilla" de Góngora. El cual constaba de veintiuna estrofas con un estribillo corto o leitmotiv cada dos versos dentro de la estrofa: "bien puede ser", "no puede ser".
Del mismo modo alterna Cadalso, dentro de las doce estrofas de las que consta su composición, en cada una de ellas, dos versos después, un estribillo o leitmotiv similar al de Góngora : "ya lo veo", "no lo creo".
Podríamos decir que ambos son una sátira de oficios o de estados en las que se critican arquetipos sociales desde punto de vista del autor, ya sea Cadalso o Luis de Góngora, máximo representante del culteranismo.
Tal y como fue "Que pida un galán Minguilla", este poema de Cadalso es una estructura moderna de las Danzas de la muerte y podríamos decir que ambas composiciones se recuperan presupuestos medievales.

Para continuar con la comparativa de la poesía dieciochesca con la más áurea época de nuestra era, comparemos pues el poema de Meléndez Valdés (máximo representante del Neoclasicismo) con los sonetos de Garcilaso y Góngora ("Soneto XXIII" y "Mientras por competir con tu cabello" respectivamente).
Como podemos comprobar, el poema "A Dorila" comparte tópicos y temas con los anteriormente citados sonetos. El tópico del Carpe Diem está presente en los tres autores, Góngora hace imitatio del Colligo virgo rosae que realiza Garcilaso en su "Soneto XXIII" y más tarde, en la poesía dieciochesca lo mismo hace Meléndez Valdés con "A Dorila".
"Coge muchacha la rosa" esta ultima ( la flor) como símbolo de juventud, un realzamiento del Tempus fugit y una invitación a vivir el presente a través del tópico del Carpe diem por parte de los tres poetas, cada uno en su época cuyo destinatario quizá pueda ser un mismo lector.
Aun haciendo Meléndez imitatio de los tópicos Carpe Diem, Colligo virgo rosae y Tempus fugit, no la hace de la estructura métrica del poema asi como de la sintaxis y estilo del mismo, puesto que "A Dorila" se encuadra dentro de la estética Rococó, considerada una forma suave del barroco al que pertenecen los dos anteriormente citados poemas.

Y para concluir voy a aludir rápidamente a la especial similitud que podemos encontrar entre "De mi vida en la aldea" de Meléndez Valdés con la "Oda I: Vida retirada" de Fray Luis de León.
Para comenzar con la comparativa es menester decir que ambas composiciones son odas y que comparten el tema del mundanal ruido. Abandonan la ciudad (que usan para hacer una crítica a la sociedad), cada uno adaptándola a los problemas del momento. Fray Luis critica a todos los poderes, y Meléndez, en su versión más actualizada y adquiriendo el papel de poeta ascético critica los vicios que en su época corrompen la sociedad, tales como el ocio(criticado por varios poetas del siglo XVIII) y el juego.
Ambos poetas describen la huida del mundanal ruido y cuentan sus experiencias en el campo donde el alma controla los deseos y las pasiones.
Como anteriormente he dicho el poema de Melendez, siendo Rococó, usa unas formas más relajadas y con menos sobrecarga de motivos, exclamaciones y preguntas retóricas.

Tras el repaso y la comparativa de los anteriores poemas, podemos destacar que el Rococó usa los mismos motivos y temas que usaba el barroco de una manera mucho más relajada e introduciendo poco a poco el pensamiento ilustrado en su poesía.
Exceptuando por supuesto, a José Cadalso, al que encuadraríamos dentro de la corriente de estética posbarroca y que guarda más similitudes con el siglo áureo.

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