domingo, 22 de junio de 2014

A propósito de

Ovejas siguiendo al pastor
El viaje como experiencia educadora es una idea cada vez menos perceptible, hoy que las estresantes excursiones organizadas para ver todas las atracciones turísticas que aconseja  Google ─con la imprescindible parada en la tienda de turno para comprar el regalo de recuerdo─ están a la orden del día.Volviendo a la Ilustración en esta época, aquellos que se lo podían permitir, contaban en su formación con un recorrido por algún país para conocer sus costumbres y a sus gentes, su idiosincrasia. Y el viajero volvía a su país habiendo visto mundo y con las opiniones y observaciones pertinentes ¿Qué pensaban de nosotros? Larra cuenta en su artículo  Vuelva usted mañana las impresiones de un francés que ha de lidiar con el sistema de servicios públicos (y no públicos) de nuestro país: la impresión que se lleva es bastante nefasta (el título lo dice todo). Cadalso, por su parte utilizó el sistema epistolar para reflejar la opinión forastera sobre nuestro país. Centrémonos en las Cartas Marruecas:

La mayor parte de las 90 cartas están escritas de la mano de Gazel que aprecia varias sutilezas de nuestras tierras. Por ejemplo le llama asombrosamente la atención el concepto de nobleza hereditaria con el que se topa muy a menudo en su estancia en España; su anfitrión Ñuño se lo hace entender bastante explícitamente:

«Nobleza hereditaria es la vanidad que yo fundo en que, ochocientos años antes de mi nacimiento, muriese uno que se llamó como yo me llamo, y fue hombre de provecho, aunque yo sea inútil para todo» (Carta XIII)

Otra carta interesante es la LXVIII en la que el extranjero se revela como un lúcido personaje que, adelantando a muchos de los naturales de la tierra que visita, descubre el secreto del fracaso del imperio donde nunca se ponía el sol, la España de los Austrias mayores ─y por qué no también del Imperio Romano:

Examina la historia de todos los pueblos, y sacarás que toda nación se ha establecido por la austeridad de costumbres. En este estado de fuerza se ha aumentado, de este aumento ha venido la abundancia, de esta abundancia se ha producido el lujo, de este lujo se ha seguido afeminación, de esta afeminación ha nacido la flaqueza, de la flaqueza ha dimanado su ruina.

Cadalso se adscribe al género ensayístico para plasmar esta y otras ideas (divergen mucho de la línea en la que yo he ido) lo que implica una ecuación que es importante tener en cuenta y es la conjunción de razón (diosa del momento ilustrado) y opinión. Es decir el autor a partir de una observación (la España del momento) lleva a cabo una reflexión (tiene muchos motivos de orgullo pero también está llena de vicios que hay que corregir) y la argumenta razonablemente. Qué mejor argumento que el de un forastero que tras recibir opiniones de un español se las transmite a su paisano tamizándolas en sus propios juicios y conclusiones. El contenido expuesto se sugiere y no se impone (nada de dogmatismo en la Ilustración) y favorece esta labor la intención dialogal que trae consigo el género epistolar, con su tratamiento en segunda persona y su carácter privado que permite cierta afectividad y coloquialismo, más naturalidad. Por otra parte siempre, aunque el propio autor se considere a sí mismo imparcial, se vislumbran rasgos de la personalidad del autor, el ensayo es suyo y el ensayo es una opinión y a Cadalso se le ve el plumero.  A pesar de que ofrece críticas constructivas como las que aquí he citado no deja de defender apasionadamente  a su país. En la carta III  alaba a don Pelayo y a los Reyes Católicos, los reyes de la casa de Borbón lo entusiasman (LXXIII) y Hernán Cortés es un héroe cuyos abusos son justificables (IX).

Aún así no faltan las sanciones a la corrupción y al retraso que inundan (presente del indicativo) el país. El viaje de Gazel tuvo que ser formativo.

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