domingo, 22 de junio de 2014

Bizcochos y chocolates


La literatura está plagada de metáforas, y la vida también, lo complicado es tener la capacidad de interpretarlas, tener en la cabeza la chispa que se enciende cuando descubres el significado oculto de las cosas. Esa agradable sensación de darte cuenta de lo que no te dicen, de saber leer entre líneas. Y es justo eso lo que hay que hacer con la obra La Regenta, ver más allá de lo que te dicen. Aunque una de las características de la novela realista sea que todo está conectado, todo basado en una relación de causa-efecto, podemos ver como en varias ocasiones Leopoldo Alas escribe menos de lo que dice, o dice más de lo que escribe. El caso es que, leyendo la Regenta, estudiando a Clarín y ampliando conocimientos, ha llegado a mi una pregunta, que al parecer es clave para la comprender parte de la obra. ¿Qué es el chocolate y por qué tiene como enemigo a Víctor Quintanar? No es quizá una pregunta fácil de responder si nos centramos en el siguiente fragmento: 

 Quintanar pasó a la convicción contraria; se le antojó que bien podían ser las ocho, se vistió deprisa, cogió el frasco del anís, bebió un trago según acostumbraba cuando salía de caza aquel enemigo mortal del chocolate, y echándose al hombro el saco de las provisiones, repleto de ricos fiambres, bajó a la huerta por la escalera del corredor pisando de puntillas, como siempre, por no turbar el silencio de la casa. 

 Tal y como decía, no es fácil de responder solo con la información que tenemos aquí. Solo nos dice que Victor es enemigo mortal de esa bebida, pero ¿por qué?  Dicho está,  hay que saber leer más allá de las líneas, o quizá, hay que tener memoria para responder a esta cuestión, ya que el chocolate no solo aparece en esta parte de la novela: 

Cuando oía, desde su despacho, muy temprano, el «Santo Dios, Santo Fuerte», que cantaba como si fueran malagueñas, Teresina, que hacía la limpieza allá fuera, tentaciones sentía de cantar él también. No cantaba, pero se levantaba, salía al pasillo. -Teresina, el chocolate -gritaba alegre, frotándose las manos. Y pasaba al comedor. La doncella, a poco, llegaba con el desayuno en reluciente jícara de china con ramitos de oro. Cerraba tras sí la puerta, y se acercaba a la mesa; dejaba sobre ella el servicio, extendía la servilleta delante del señorito... y esperaba inmóvil a su lado. Don Fermín, risueño, mojaba un bizcocho en chocolate; Teresa acercaba el rostro al amo, separando el cuerpo de la mesa; abría la boca de labios finos y muy rojos, con gesto cómico sacaba más de lo preciso la lengua, húmeda y colorada; en ella depositaba el bizcocho don Fermín, con dientesImagen de perlas lo partía la criada, y el señorito se comía la otra mitad. Y así todas las mañanas. 

Es posible querido lector, que hayan quedado sus dudas más claras después de leer el fragmento anterior, a mí desde luego no me cabe duda de lo que es el chocolate, o de lo que representa en la novela. Y me atrevería a decir que dicho alimento es un elemento clave para que el lector entienda cómo era Fermín de Pas.  



Sexo, eso es para mi el chocolate, sin ninguna duda, Fermín de Pas mantenía relaciones con Teresa todas las mañanas. Siempre se ha oído que el chocolate es el sustituto del sexo, en este caso metafórico, chocolate y sexo van cogidos de la mano. 

Pasemos ahora a resolver la cuestión anterior, ¿por qué es Víctor enemigo del chocolate?  Sí, Quintanar relaciona el chocolate con el celibato, con el Magistral en concreto. Puede ser quizá una de las pistas, más bien evidencias, que Clarín deja caer en la novela. Víctor odia el chocolate, odia lo que el chocolate representa en la obra. ¿Odia entonces el sexo Quintanar? No lo creo, lo que odia es que alguien como el Magistral, dado al chocolate, tenga tanto influjo sobre su esposa, incluso más que él mismo.

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